Analizamos el caso de ED KEMPER, asesino serial famoso por sus crímenes en USA. Resulta ser, que más allá del morbo, es un CASO PARADIGMÁTICO, para derribar no sólo los mitos sobre la psicopatía, sino también, casi toda la psiquiatría oficial. Romina Anabelle Cáceres y Sofía Nogueira de Melo, en un episodio más.
Este caso, es conocido como el asesino de colegialas. Si bien, es atípico y extremo en sus circunstancias, a través de su historia de vida es posible encontrar el rastro de las dinámicas de relacionamiento de su núcleo familiar que detonaron su comportamiento destructivo.
En primer lugar, la ausencia de un hogar estructurado con la ausencia de una figura paterna proveedora y protectora.
Segundo, un estado de frustración extremo en la madre y de estado paranoico respecto a la conducta de Ed por ser varón que coartó su exploración del mundo y bloqueó su afectvidad. Experimentando en el trato, abuso, rechazo, humillación y abandono, al ser depósito de la proyección psicopática de la propia madre.

Tercero, a consecuencia de los dos primero puntos, su masculinidad fue anulada por la ausencia de una figura de referencia saludable que le permitiese el conformarla (el padre) y por la ausencia de un lugar respecto a la jerarquía familiar que le habilitase a colocarse en la posición de hijo.
Los asesinatos que Ed cometió fueron un intento de resolución de su conflictiva, sin embargo solo agravaron la sintomatología y su conducta hasta el asesinato de su propia madre. A partir de ser sentenciado a cadena perpetua el mismo expresó haber experimentado una revelación y un verdadero cambio, agotando su deseo de venganza.
Esta historia muestra de forma extrema las consecuencias de hogares desestructurados, incoherentes y carentes en la capacidad de colaboración entre sus miembros por la ausencia de posiciones, funciones y responsabilidades claras, en dinámicas de compensaciones proyectivas y de cronificación casi perpetua de la sintomatología.
Conocer el sentido de los síntomas y las necesidades a las cuales es necesario dar respuesta como imperativo biológico para encontrarnos en coherencia y equilibrio nos permite tomar decisiones más sabias y menos dolorosas, poniendo freno a la escalada conflictiva en la reorientación a transformarnos en adultos responsables a través de la resolución de conflictos.