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ESCOLARIDAD TEMPRANA: consecuencias biológicas catastróficas para niños y sus familias.

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En este episodio, Romina Cáceres y Sofía Nogueira de Mello se encuentran para dialogar sobre un tema tan importante como es la escolarización temprana de los niños y las consecuencias en su potencial desarrollo evolutivo, así como el impacto en las familias y sobre todo en las mujeres.

A partir de la industrialización y el proceso de producción capitalista, aunado a los movimientos de liberación femenina, se genera la inserción de la mujer en el mercado laboral asalariado, modificando la organización del cuidado infantil en muchas familias. De esta forma, la competencia de la mujer con el hombre en la esfera laboral, ha llevado en algunos casos a un empobrecimiento de las capacidades de brindar un cuidado acorde a las necesidades del niño y en otros a una sobre exigencia en procura de dar respuesta a las demandas familiares.

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Además, el desplazamiento de la preponderancia del hombre en la esfera laboral, producto del avance profesional de la mujer, ha propiciado que esta supere al mismo en este aspecto, con dos consecuencias visibles: la selección femenina se ve alterada al contar en muchos casos la mujer con más recursos que el hombre, por otro lado, la orientación a lo laboral y el desarrollo del perfil competitivo de la mujer parece haber tomado en algunos casos más valor que la maternidad. Estos desequilibrios propiciados por las dinámicas sociales generan múltiples choques biológicos, es decir, sintomatología maníaca y/o depresiva tanto en hombre como en mujeres, que distancia las posibilidades de cooperación entre los sexos. La descalificación del rol del hombre como protector o incapaz de un liderazgo empático, además de la calificación como persona peligrosa de la cual hay que cuidarse e independizarse y por ende alejarse, es una de las grandes creencias que perpetúa este tipo de respuestas desadaptativas.

Ha sido estudiada, por varios autores, la incidencia del vínculo temprano de calidad entre madre e hijo en la formación del mismo como un ser humano con sus plenas capacidades desplegadas. Entre ellos es posible encontrar a Sue Gerhardt y John Bowlby. En los numerosos estudios que presentan, se evidencia la importancia del vínculo emocional, propiciado por la capacidad empática y de plena disposición de la madre, en la ayuda que brinda a su hijo en el reconocimiento de sus estados emocionales. El comprender y lograr elaborar lo que le sucede y las diferentes reacciones a diferentes estímulos, le permite generar respuestas adaptativas coherentes, con énfasis en la solución de los conflictos que se presentan, ayudando en la constitución de una individualidad sana y fortalecida, en equilibrio biológico, abierta a la experiencia con base en límites compasivos y respetuosos que contemplan las necesidades que surgen momento a momento. Para que este proceso tome curso, es fundamental el padre, siendo sumamente importante la protección, sostén y cuidado que brinda a su compañera y al hijo en la conformación y estabilidad del hogar, para que la nutrición vincular sea efectivamente posible. Sin su presencia, este proceso sería imposible, trayendo como consecuencia múltiples síntomas mentales para cada uno de los integrantes.

Estos procesos tienen implicaciones biológicas sumamente importantes como son los cambios hormonales que se producen en cada uno de sus miembros en busca del equilibrio, orientado a la cooperación, en hombres: la oxitocina, la vasopresina, la dopamina y la prolactina; en mujeres: la oxitocina, la prolactina, el estrógeno y la dopamina.

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Por otro lado, los procesos de aprendizaje respecto a la madurez del niño son paulatinos y el tejido emocional que se forma en los primeros años de vida, es fundamental para el funcionamiento cognitivo, ya que ambos aspectos hacen a la capacidad de discernir y razonar. Este tejido emocional se encuentra fundado en el sentido de pertenencia al grupo de referencia, siendo este primer grupo la familia. La racionalidad se construye a partir de la interacción de estas estructuras más arcaicas que hacen a la pertenencia con las estructuras corticales del neo encéfalo que permiten la elaboración del sentido de esta pertenencia en la regulación emotivo relacional.

El respeto por el particular proceso del niño, sin exigencias y sin la implementación de fórmulas estandarizadas, es esencial. Sin embargo, en la educación escolar genérica, se observa la presión que se instaura sobre los niños por el cumplimiento de un determinado currículo que estresa el proceso madurativo del niño, más allá del normal desafío que produce el aprendizaje de nuevas funciones cognitivas. Esto se observa en la temprana inserción de símbolos en vez de procurar el desarrollo de la capacidad simbolizadora, de expansión creativa, sensorial, lo cual hace a la capacidad de pensar en vez de repetir inoculaciones. 

En países como Uruguay y Argentina, la escolarización se enuncia como obligatoria a partir de los cuatro años de edad, con diferentes currículos de pre escolarización, que si bien son paulatinas en la dificultad, implantan diversa cantidad de estresores antes de tiempo, como son la exposición del niño a grupos con gran cantidad de niños que dificulta la atención personalizada y la real regulación entre los mismos para propiciar un aprendizaje relacional valioso, siendo este, un aspecto basal en la madurez del ser humano para la constitución de un adulto soberano de sí mismo, autorregulado y predispuesto a la colaboración. De esta forma, el valor intrínseco de lo humano se debilita y el niño pasa al lugar de sujeto que hay que formar, en vez de permitir que el mismo tome forma en su relación con otros y con el ambiente, propiciadores de su autoconocimiento.

La ampliación de los grupos de pertenencia del niño es una necesidad natural y saludable, empero, para que sea efectivamente saludable, la presencia de los padres en esta transición y más en edades tempranas, es sumamente importante y necesaria, ya que en este caso, estamos hablando de una ampliación del círculo de cuidado del niño en una extensión de los valores del hogar. Es decir, de una ampliación paulatina de relaciones que busquen preservar la coherencia vincular para el equilibrio psicobiológico del niño.

Una transición es mucho más que dejar al niño en la puerta del jardín e irse o visitarlo por un día e irse. Son semanas de continua presencia y comunicación con los nuevos cuidadores, permitiendo su inclusión de forma organizada y con respeto a la jerarquía familiar. Autores como Gabor Maté, subrayan la importancia de los padres como ejes referentes de sus hijos en su proceso madurativo.

Estas características mencionadas del desarrollo infantil y su evolución, además del fuerte proceso de apego a la madre en una etapa inicial, más la incidencia del padre en la vinculación de sus hijos con el mundo y sus aprendizajes sobre este, hacen a una necesaria toma de conciencia respecto a las posibilidades que brinda la colaboración entre hombres y mujeres para la constitución de hogares fortalecidos, orientados a la constitución de territorios estables, delimitados y seguros, que propicien el andamiaje de un aprendizaje creativo para sus hijos, miembros pertenecientes a la especie humana y futuros adultos comprometidos con la comunidad, tomando la oportunidad que es legítimamente propia, la de vivir auténticamente y con la menor injerencia de modelos caducos posibles, que solo propician sintomatología innecesaria para las posibilidades que la actualidad nos brinda.

Autores y textos referenciados:

Hamer R. G. “Testamento de una nueva medicina”

Gordon Neufeld, Grabor Maté. Hold on to your kids, why parents need to matter more than peers.

John Bowlby, Apego.

Rebeca Wild, Educar para ser.

Rebeca Wild, Límites y respeto.

Sue gerhardt, El amor maternal.

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